Miel y limón comparten algunas de las mismas propiedades que benefician a nuestro sistema digestivo. Estos dos alimentos han sido combinados por muchas culturas desde tiempos remotos, veamos por qué.
Una mala digestión implica, en la mayoría de los casos, falta de acidez dentro del estómago. Estos ácidos que necesita nuestro cuerpo para descomponer la comida para que llegue bien a nuestro intestino delgado son esenciales. Sin ellos caeríamos en irritaciones, infecciones, úlceras, etc. provocando hinchazón, gases y dolor abdominal. El limón y la miel poseen propiedades que benefician a todo este sistema gastrointestinal.
La acidez del limón puede ayudar a la capacidad de los ácidos estomacales para digerir químicamente la comida, no sólo aporta nutrientes, sino que ayuda a calmar los síntomas de la indigestión. El limón es un complemento muy importante ante estos problemas. Por otra parte la miel ingerida puede aliviar algunas formas de gastritis. Según el tipo de miel que se consuma esta propiedad se acentuará más o menos. La más apropiada es la de Manuka, procedente de Nueva Zelanda, que es la que posee mayor poder antimicrobiano. Además, la miel muestra propiedades antioxidantes que contribuyen a la salud gastrointestinal al eliminar los radicales libres y reducir la inflamación.
Ambos productes poseen propiedades antimicrobianas y antioxidantes, además de ser una buena fuente de nutrientes. Hacen mejor nuestras salud digestiva, o recuperarnos si caemos en alguna infección. Por eso son el complemento perfecto.
Si te resulta muy amargo o dulce mezclar miel y limón solos, puede usarse agua para su mejor ingesta.